No, no quiero que me recuerden por un
nombre o por un sueño, deseo ser una estrella fugaz, efímera en el tiempo
correspondiente, pero eterna en el presente que viene, quiero dejar detrás una
estela de luz que guíe a quienes tomen un camino, que alumbre a los caminos
cercanos, que sea una de millones con el universo y que perduré para quien lo
necesite en algún tiempo. Quiero que mi armadura esté compuesta de amor y mi
escudo de valor, que mis pasos marquen camino en los abismos que no tienen
rumbo fijo y que mis tropiezos indiquen “se puede pero ve lento”.
No valemos por lo recibimos, ni por lo
que damos cuando todo es perfecto. El valor se encuentra cuando entregas el
único salvavidas que quedaba en tu vida, cuando das el último aliento que
mantienen tus pulmones y cuando sostienes otros sueños en tus manos, mientras
los tuyos los dejas a un lado. ¿Por qué te preocupas? No tengas miedo de
entregar lo que parecieras no recibir, se
una estrella fugaz; no se trata de resaltar entre las demás, pero lucha
para que tu estela sea eterna mientras tu existencia viaja.
Estoy y no estoy. Lo que soy, lo soy
acá y lo soy allá. Existí en el pasado y trato de existir en el presente, y
cuando exista en el presente ya no estaré en el pasado. No sé si el futuro
existe y no sé si existo en un futuro, pero si queda un camino marcado, puedo
dejar de existir en este mundo.
Creo en la luz de las estrellas, en su
resplandor que florece cuando dejan de
existir a nuestros ojos, cuando sólo se dejan llevar y simplemente queda
una estela que cubre su caminar. Todo sigue, todo surge, nuevamente miro al
cielo y reencuentro una vez más mi destino, y como no hacerlo, si todos tenemos
algo de aquella estrella. Todos
seguimos existiendo en momentos que nuestro ser deja de “existir”.
Camila.
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